¿Qué tal un día sin corbata, lejos de los ordenadores, de los teléfonos, de las reuniones, de la rutina y de la oficina? ¿Qué tal un día distinto en un entorno natural, relajante, creativo y lúdico? ¿Qué tal si además de pasarlo bien, trabajamos jugando?
De todo esto se trata la propuesta de Curro Duarte y Pablo Ramos: una jornada en la que los equipos de trabajo participen de distintos juegos y dinámicas en las que emerjan sus habilidades y competencias naturalmente.
Entre otras cosas, los especialistas nos señalan que se trabajan distintos aspectos: sentido de pertenencia, autoestima, compromiso, comunicación, motivación, liderazgo, creatividad, colaboración, o todo ello al mismo tiempo. Siempre dependerá de lo que la empresa necesite o, mejor dicho, de lo que la empresa entienda que un equipo tiene que trabajar. Estas jornadas son abiertas, cuentan con un enfoque meramente lúdico y se adaptan a los requerimientos específicos de los directivos. No obstante, el objetivo siempre es el mismo: despertar jugando para mejorar el desempeño de los equipos.
A propósito de ello, Donald Woods Winnicott, el célebre psicoanalista inglés, decía:
“Es en el juego y sólo en el juego que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de utilizar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo”.
Y me permito agregar; también descubre a los demás y se descubre a sí mismo en la relación con los demás.
En cierta forma, en el contexto de la oficina todo está más o menos definido y más o menos funcionando. Es decir, todos -más o menos- saben cuál es su rol, su responsabilidad y su actividad. Ahora bien, ese desempeño de roles y responsabilidades, ¿será igual en otro contexto? Curioso o no, a través de este tipo de dinámicas, se suelen detectar tanto atinos como desatinos que suceden en el equipo. Eso es lo mágico de jugar.
Como bien hemos dicho al principio, el objetivo superior de la jornada es pasarla bien. Cuando se promueve y se fomenta el buen humor, las risas y la interacción entre las personas fuera de su escenario habitual, las personas se sienten mejor, se relajan más, están más abiertas, más perceptivas y más receptivas y se animan a jugar. Y animarse a jugar, para algunos, ya supone un desafío en sí mismo. Es desde este estado bienestar y comodidad que todo fluye sin más.
Veamos un poco más. Antes de comenzar cada actividad, los coaches explican el desarrollo, las reglas y el objetivo de la misma. Pero en realidad, cada actividad también comienza viendo, por ejemplo, cómo ellos mismos se organizan para llevar adelante el desafío.
¿Un ejemplo? La tirolina, aunque con objetivos de acción. En este caso supone traspasar agua en unos cubos de un árbol a otro y derramar lo menos posible en el camino. Por supuesto, es una competición, y como tal, la gana el equipo que más agua haya sido capaz de juntar en un tiempo “x”. Los aspectos que se observan en esta dinámica, entre otros, son: liderazgo, rendimiento bajo presión, comunicación, organización, planificación, colaboración y enfoque a los resultados; ¿qué prioriza el equipo?, ¿hacerlo bien o hacer más?.
Y como esta actividad, transcurren el resto de las dinámicas (escalera a la gloria, la torre de Babel, etc.) bajo la mirada de los especialistas. A continuación, resumimos las etapas de trabajo:
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- Etapa 1. Observación, diagnóstico y feedback. ¿Cómo es cada indicador según el grupo? ¿Qué hay que trabajar?
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- Etapa 2. Repetición de la actividad. ¿Mejoró? ¿Empeoró? ¿Qué es lo que sigue enquistado y les cuesta resolver mejor?
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- Etapa 3. Feedback/Informe a la empresa con las sugerencias sobre qué aspectos debería trabajar el equipo y por qué.
- Cierre del Círculo Virtuoso (Optativo). Planificación e intervención puntual de los profesionales de Despiertabycdr en programas específicos que respondan a la necesidad de desarrollo. Por ejemplo: liderazgo, comunicación, etc.
¿Para qué te despiertas cada mañana?
¿Cuál es el “propósito” que guía tu vida, el de tus equipos y el de tu empresa?
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