En nuestras vidas podemos hablar de que existen dos grandes círculos, el “círculo de influencia”, en el que se encuentran aquellas cosas que podemos gobernar, que están en nuestra mano, como por ejemplo; donde vivimos, el coche que compramos, donde ir de vacaciones, etc., y nuestro “círculo de preocupación”, ese que se compone de los aspectos de nuestra vida que nos “preocupan”, la salud, la familia, la política, el medio ambiente, que nuestro equipo gane el domingo, etc.
La pregunta que te quiero hacer es la siguiente; ¿tiene sentido estar “preocupado?, si la respuesta es “no”, la siguiente pregunta sería, ¿puedes incorporar en tu círculo de influencia las cosas que hay en tu círculo de preocupación? Es decir, ¿puedes pasar de “preocuparte” a “ocuparte”?
Por ejemplo, ¿te puedes ocupar de tu salud, de tu familia, de la política y del medio ambiente? Pues claro, eso sí, desde tu círculo de influencia, por seguir con uno de los ejemplos, evidentemente no vas a poder acabar con el cambio climático tu solo pero si vas a poder contribuir a frenarlo a través del reciclaje o utilizando el transporte público.
En definitiva, se trata de ampliar tu círculo de influencia para hacer más pequeño tu círculo de preocupación y para ello es fundamental que cambies tu lenguaje, que te digas cosas diferentes, que dejes de decirte a ti mismo “estoy preocupado” para decirte “me voy ocupar”.
Nuestro cerebro es incapaz de procesar el mensaje que le enviamos cuando le decimos que estamos “pre – ocupados”, a ver, o te ocupas o no te ocupas, nos dice perplejo, pero “preocuparse” no tiene sentido, es como “intentar”, o lo haces o no lo haces.
Utilizar la expresión “me preocupa”, sólo genera pasividad, nada más, es una palabra que no nos mueve a la acción, no nos va a llevar a alcanzar ningún resultado y no nos aliviará de esa incómoda situación que nos “preocupa”.
Si suprimimos el prefijo “pre” de la palabra, ésta adquiere una dimensión completamente diferente y, sobre todo nos abre muchas más posibilidades de alcanzar aquello que nos hayamos propuesto; “Me voy a ocupar de lo que le pasa a mi colaborador Federico”, “Voy a ocuparme de las cosas para cambiar el cariz que están tomando”, ¿y del tiempo?, ¿me puedo ocupar del tiempo que va a hacer mañana?, no, igual que no nos podemos ocupar de las decisiones que tome Trump o del conflicto entre las dos Coreas, por poner algún ejemplo, pero poniendo un ejemplo más cercano, tampoco me puedo ocupar de cambiar la personalidad de mi cuñado, por definición, es “el cuñao”.
Como podemos comprobar, “preocuparse” tiene una doble connotación diabólica, por un lado te induce a la inactividad, todo lo que haces es “preocuparte” y nada más con lo que generas un ser pasivo, un ser ineficaz, nada resolutivo, un ser apesadumbrado por la permanente “preocupación” que tu propio lenguaje te genera, ese lenguaje que te agarra de la camisa para impedirte adoptar una actitud orientada a la acción, en definitiva, tu propio lenguaje te convierte en “víctima”.
Por otro lado, aunque te empeñes muchas veces en lo contrario, hay cosas de las que no vale la pena que te “preocupes”, sencillamente, porque, aunque le quitemos el “pre” a la palabra, no te puedes ocupar.
Por eso, con esas cosas de las que no te puedes ocupar, te invito a que sigas un principio universal que nunca falla, eso sí, después de haber ampliado al máximo tu círculo de influencia, ese principio liberador y casi mágico que hay que seguir con las cosas de las que no nos podemos ocupar es el principio A.T.P.C. (A Tomar….)
¿Cuánto espacio de nuestro disco duro ocupamos “preocupándonos” por cosas inútiles?
¿De qué te sirve preocuparte por el tiempo? ¿Puedes hacer algo para influir en él? ¿Y preocuparte por si tu equipo ganará el domingo? Porque hay que ver lo que sufren los futboleros con esto del fútbol, ¿Pueden ocuparse? ¿Les van a dar la opción de salir a correr la banda? no, ¿verdad?, lo único que pueden hacer es acercarte hasta el campo y desgañitarse animando a los suyos… esa es la única manera que tienen de ocuparse del resultado de su equipo, formar parte del jugador número 12.
Te propongo que dejes de intentar hacer cosas y de preocuparte, empieza a generar un lenguaje diferente que, sin lugar a dudas, te va a transformar, poco a poco, para dejar de ser una persona secuestrada por tu propio lenguaje para evolucionar hacia una nueva dimensión de tu ser, un ser de acción, un ser resolutivo, un ser más eficaz y, por qué no decirlo, un ser mucho más feliz consigo mismo.
En definitiva, asume un rol de “responsable”, recuerda que “responsabilidad”, según su etimología, significa “Cualidad de aquel que es capaz de responder a sus compromisos”.
Por cierto, llevaba varios días “intentando” escribir este artículo y muy “preocupado” porque no era capaz de hacerlo, hasta que esta mañana me dije a mí mismo, “tengo que empezar a escribir el artículo sobre la preocupación, en el que llevo pensando varios días… y aquí está.
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