La ciencia ha comprobado que primero sentimos y luego decidimos. Es decir, toda acción viene precedida por una emoción. De hecho, la palabra emoción viene del latín emotio, emotionis, nombre que se deriva del verbo emovere. Este verbo se forma sobre movere (mover, trasladar, impresionar) con el prefijo e-/ex- (de, desde) y significa retirar, desalojar de un sitio, hacer mover. A partir de emoción tenemos emocionar y emocionante.
Pero ¿cómo se genera la emoción? Como observador, estás constantemente haciendo interpretaciones de la realidad, esa interpretación va a estar muy condicionada por tus modelos mentales que están formados aproximadamente por un 33% de tu genética, otro 33% dl entorno en el que te has venido moviendo y un 33% de la educación recibida.
Pues bien, el proceso es el siguiente, desde nuestros “modelos mentales”, nuestras “gafas particulares”, observamos, interpretamos, nos emocionamos y actuamos…
Quiero llamarte la atención de que, ante la posibilidad de interpretar un hecho indistintamente de forma positiva o negativa, recuerda lo de la botella medio llena o medio vacía, a veces, nos empeñamos en hacer una interpretación negativa de la “realidad”.
Esa interpretación que haces de la supuesta “realidad” es tu elección y, pudiendo elegir, ¿para qué interpretas las cosas de manera negativa si solo te va a generar emociones negativas y esas emociones negativas te van a llevar a realizar acciones inconsistentes y débiles o a no hacer nada?
Imagínate, por ejemplo, que tienes la oportunidad de promocionar a otro puesto de trabajo o colaborar en un proyecto novedoso para ti, algo que es la primera vez que tienes que hacer, es muy probable que lo primero que te digas a ti mismo sea “esto no lo sé hacer”, “es demasiado complicado”, “no va a salir bien”, etc. Este tipo de pensamientos se conocen como “profecías de autocumplimiento”, es decir, tu propio pensamiento te está generando una emoción; esta condiciona la acción y, consecuentemente, el resultado.
Te propongo otro ejercicio. Te invito a que limpies esas gafas con las que observas y analizas toda tu existencia, que te deshagas de tus prejuicios, complejos y creencias limitantes para poder interpretar la realidad de la forma que más te beneficie, porque si decides pensar «puedo hacerlo», «seguro que me sale bien», entonces te invadirá una emoción positiva que te moverá a la acción y lo conseguirás, igual no justo cuando tú quieras, pero con perseverancia alcanzarás todo lo que te propongas.
No te conviertas en el peor enemigo de ti mismo: limpia tus gafas, observa el mundo con optimismo, cree en ti y decide guiar tus propios pasos con emociones positivas.
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